martes, 10 de enero de 2012

Septima Evaluacion


SEPTIMA EVALUACION:

Enuncia varias definiciones de inflación:
Para Farre-Escofet:
La inflación es una manifestación externa de un tipo de tensiones que se producen en ciertas economías, en particular las capitalistas, y que dan lugar no tanto a un alza general de precios, como a un continuado y autopropulsado crecimiento de precios, es decir, la pérdida del valor adquisitivo de la moneda.
         Sirkin afirma:
 Con el término inflación queremos referirnos a un estado de exceso en la demanda global, en el que puede ser libre o reprimida el alza de precios, o a una condición de alza en los precios sin que haya exceso de la demanda; en el primer caso, la demanda excesiva constituye la enfermedad y el alza de los precios es sólo un síntoma, en tan­to que en el otro caso, el aumento del nivel de precios es la propia enfermedad

Inflación.
Continuado y auto­propulsado incre­mento de precios, que provoca pérdida del valor adquisitivo dé la moneda.
Inflación. Aumento del nivel general de precios, pero también de créditos, de gasto, de utilidades, de salarios, etcétera.
Inflación: presencia en los canales circulatorios de una masa de papel moneda sobrante en relación con las necesidades de la circulación de mercancías. Su in­flujo sobre toda la economía del país es desfavorable, pues la inflación da origen a un crecimiento rápido, incesante y sumamente desigual de los precios de las mercancías.
Inflación.
Estado de exceso en la demanda global o un alza en los precios sin que haya exceso de demanda.
Inflación.
Presencia de moneda circulante sobrante en relación con las necesidades de circulación de las mercancías.
Explica la inflación como desequilibrio:
Es importante destacar que en estas definiciones se hace hincapié en un desequilibrio que puede tener diferentes causas; por ello, la solución al proble­ma inflacionario puede verse también desde el punto de vista de la producción o de la circulación, y se da aumentando la oferta o disminuyendo el circulante, como se comenta más adelante. Es posible incrementar la producción de bienes y servicios o disminuir su demanda.
Inflación.
Desequilibrio entre la oferta total y la demanda total de mercancías y servi­cios. Desequilibrio entre la producción (insuficiencia) y el circulante (exceso).
Enuncia y explica las causas internas de la inflación:
Producción agropecuaria insuficiente
Durante un largo periodo (hasta mediados de la década de 1960), la agricultura contribuyó de manera decisiva a financiar buena parte del desarrollo económi­co mexicano, ayudando al proceso de industrialización. La agricultura aporta­ba materias primas y alimentos baratos, fuerza de trabajo que iba a ocuparse en las ciudades, divisas por la exportación de productos agropecuarios, etcétera (véase la unidad III).
Efectivamente, desde la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de la dé­cada de 1960, la agricultura creció a tasas mayores que la población, de manera que podía satisfacer las necesidades del mercado interno y, además, exportar los excedentes. Esto trajo como consecuencia la modernización del sector agro­pecuario, que se orientó a cultivos comerciales, por lo general de exportación, y a explotaciones en las que existían distritos de riego.
Al fortalecimiento de los distritos de riego y cultivos comerciales corres­pondió un abandono de la agricultura de temporal, que producía básicamente para el mercado interno. Por ello, en la década de 1960 el crecimiento de la producción agropecuaria empezó a descender en forma drástica, y en algunos años llegó a ser menor que la población.
Ello obligó al gobierno mexicano a aumentar las importaciones de pro­ductos agropecuarios básicos en los que antes éramos autosuficientes. Tuvo también que establecer precios de garantía para estimular la producción de ciertos artículos del campo.
Así, por un lado, la agricultura comercial seguía produciendo para expor­tar, apoyada por el Estado; y por el otro, la agricultura de temporal, abando­nada por el Estado, tenía una producción insuficiente. Esto creó una presión inflacionaria desde la década de 1970, porque a la vez que continuamos impor­tando alimentos (a precios más altos que los internos), seguimos exportando cultivos comerciales con alto valor nutritivo, como los frutales. Desde 1972 a la fecha la importación de alimentos no se ha detenido.
Por ejemplo, según datos de la Conasupo, la autosuficiencia alimentaria está lejos de alcanzarse. En 1985 se importaron un millón de toneladas de gra­nos, principalmente maíz y frijol; en 1986, la importación de alimentos fluctuó en alrededor de siete millones de toneladas.
Excesivo afán de lucro de los fabricantes
de mercancías
Algunos empresarios mexicanos se dedican a la producción de mercancías destinadas a los sectores de medianos y grandes ingresos, por lo cual elevan sus precios en forma exagerada respecto de los costos de producción; a esto hay que agregar la estructura monopolística de la industria y el excesivo pro­teccionismo del Estado a este sector, situación que ha propiciado altos costos e ineficiencia, que a su vez se han traducido en elevados precios para mercancías que tienen un mercado cautivo.
Así, por ejemplo, en los últimos años, a pesar de las crisis, las ganancias de los empresarios se han elevado sustancialmente. Esto se demuestra con la participación porcentual de las ganancias en el ingreso nacional, las cuales muestran
que en 1982 las ganancias participaron con 53.3% y los salarios con 46.7%; en 1983, la relación fue de 61.5% para ganancias y 38.5% para salarios; en 1984 co­rrespondió 63.8% para ganancias y 36.2% para salarios.8
Esta relación ha seguido cambiando para beneficiar el rubro de ganancias, que en 1989 fue de 73.4%, en tanto que los salarios sólo absorbieron 26.6% del PIB. Situación que se fue agravando; se calcula que para el 2001, los salarios sólo participaron con 22.0% del PIB, en tanto que las ganancias lo hicieron con
78.0%.
Excesivo afán de lucro de los comerciantes
Muchos autores consideran que una de las principales causas de la inflación en nuestro país es el exagerado proceso de intermediación que existe entre el pro­ductor directo y el consumidor final. Los intermediarios aumentan el costo del producto, que luego repercute en los precios de manera más que proporcional, fenómeno que se observa también en el comercio ambulante, que forma parte de la economía informal.
El sistema comercial de nuestro país es uno de los más irracionales del mundo. Entre el productor y el consumidor final operan una serie de eslabones que enca­recen, notoria y artificialmente, los precios de los productos. Este fenómeno nos hace llegar a la conclusión de que, en gran medida, la inflación obedece a razones de especulación comercial y no a las directamente ligadas con la producción.9
Una de las prácticas utilizadas en forma cada vez más frecuente por las grandes cadenas comerciales consiste en la reetiquetación de mercancías con nuevos precios, lo cual provoca que éstos se incrementen constantemente para beneficio de los grandes comerciantes. En 1992, utilizaron el concepto de ofer­tas con rebajas de hasta 50%, lo que disminuye las utilidades por producto, pero aumenta las ventas y, por lo tanto, las ganancias totales.
El proceso de intermediación representa un gasto excesivo para los consu­midores, que deben pagarlo, y que fluctúa en alrede­dor de 50% del precio final y en algunos casos alcanza más de 1 000% en productos de temporada. Por esta razón, los comerciantes, con una inversión relativa­mente pequeña, aumentan de manera considerable sus ganancias.
Espiral precios-salarios
Una vez desencadenada la inflación, aparece el proceso conocido como espiral precios-salarios, aunque ya se ha visto que los salarios por sí mismos no tienen por qué causar inflación a menos que sean excesivos y rebasen el propio ritmo de crecimiento de los precios.11
La espiral precios-salarios se puede representar así:
A Precios -> A Salarios -> A Precios
^ A Salarios
Aunque no interesa saber qué es primero, si el incremento de precios o el de salarios, estos últimos siempre van rezagados en relación con los precios. Según los datos del Banco de México, de 1976 a 1985 los precios al consumidor se elevaron 445.1%, en tanto que los salarios mínimos sólo llegaron a 289%. La carrera sigue siendo en favor de los precios y en perjuicio de los salarios, los cuales continúan perdiendo valor adquisitivo, ya que, por ejemplo, hacia 1992 los precios al consumidor se elevaron 406% y los salarios mínimos sólo 336%. Esta situación sigue prevaleciendo hasta la actualidad, ya que los precios crecen más que los salarios.
Actividades especulativas, acaparamiento y ocultamiento de mercancías
El proceso inflacionario favorece la especulación porque limita las inversiones productivas que se canalizarían a actividades más rentables.
Estas actividades especulativas son la compra de terrenos, euros, dólares, centenarios, bonos y valores, acciones y otros títulos de valor que no hacen aumentar la producción ni la productividad.
Desde 1973 hasta 1990, el sistema económico nacional se caracterizó por favorecer las actividades e inversiones especulativas que obtienen mayores ga­nancias que las inversiones productivas; por ejemplo, en mayo de 1986 el pa­garé con rendimiento liquidable al vencimiento a seis meses cobraba 81.4% de interés anual.
En la actualidad muchos inversionistas prefieren tener sus capitales en la Bolsa Mexicana de Valores o en casas de bolsa.
Elevadas tasas de interés y deficiente canalización del crédito bancario
Uno de los instrumentos de política monetaria más difíciles de manejar es la tasa de interés, ya que si es muy elevada, alienta el ahorro, aunque desalienta la inversión productiva; por otro lado, si es muy baja, desalentará el ahorro y entonces faltarán recursos para invertir.
De 1980 a 1989 el sistema bancario mexicano modificó semanalmente las tasas de interés, que iban siempre al alza y que históricamente son muy eleva­das; situándose incluso por encima del nivel de inflación, lo que produjo ren­dimientos reales.
A principios de mayo de 1986, los bancos pagaban una tasa anualizada de interés de 97.9%, cifra muy elevada que garantizaba una buena ganancia a los ahorradores, pero desalentó la inversión, ya que los empresarios prefirieron tener su dinero seguro en el banco sin arriesgarse.
Por otra parte, si un inversionista quiere pedir dinero prestado al banco para abrir un negocio o ampliarlo, debe pagar de intereses más de lo que el ban­co le paga a sus ahorradores. Por lo tanto, ¿cuánto debe ganar este empresario para poder pagar al banco y, además, obtener ganancias superiores a la tasa de interés bancario?
Con estas altas tasas de interés se desalienta la inversión y se encarece en forma excesiva el crédito, el cual fluye hacia actividades especulativas, que son las más rentables, y casi nunca llega a los campesinos ni a los pequeños y me­dianos empresarios quienes son los que más lo necesitan y los que hacen au­mentar la producción.
A partir de la vigencia del Pacto de Solidaridad Económica (PSE) en di­ciembre de 1987, y continuado con el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (PECE), las tasas de interés bancario han observado una tendencia hacia la baja, de tal manera que en febrero de 1994 estaban por debajo de 10% anual, un poco arriba del ritmo inflacionario, lo cual provoca el retiro de aho­rradores de los bancos, al mismo tiempo que se prefiere gastar los ahorros en bienes y servicios, lo que provoca mayores presiones inflacionarias.
Sin embargo, en el 2002 las tasas activas (las que cobra el banco a los que les presta) siguen siendo altas y muy por encima de la inflación.
La devaluación
La devaluación es otra causa de la inflación, porque la moneda nacional va perdiendo valor al compararla con otra moneda extranjera en cuyo país la in­flación es menor. Es decir, la devaluación es una causa y una consecuencia de la inflación.
Al desencadenarse la inflación, la gente siente temor por la pérdida de va­lor del peso y demanda moneda extranjera, sobre todo dólares, que van subien­do de valor porque la oferta es menor que la demanda, lo que provoca mayor devaluación e inflación. Al preferirse el dólar, "la economía se dolariza".
Si la moneda extranjera es cara y muchos artículos o componentes de mer­cancías son de importación, entonces se elevan los costos de los productos y, en consecuencia, sus precios.
Desde la vigencia del PSE y del PECE, ya no se han dado fuertes caídas del peso, sino que se ha preferido el llamado deslizamiento, lo que en realidad sig­nifica minidevaluaciones diarias, con lo cual el peso pierde valor todos los días en relación con el dólar, produciendo los mismos efectos, aunque repartidos en mayor tiempo. De 2000 al 2002, el tipo de cambio se mantuvo relativamente estable, sin fluctuaciones bruscas, por lo que algunos analistas plantearon que existía una sobrevaluación del peso de alrededor de 25%.
La inflación misma
Una vez desencadenado el proceso, la inflación misma produce más inflación debido a que este fenómeno se da en forma continua y sostenida, y las reaccio­nes se dan en cadena, provocando mayores precios; por ello, la gente se siente insegura y realiza "compras de pánico" que producen escasez ficticia, que a su vez se ve alimentada por mayor especulación y acaparamiento.
Un problema grave que vivió nuestro país antes de la firma de los pactos, fue la llamada espiral inflacionaria; es decir, la inflación de un mes estaba en re­lación directa con la inflación que empresarios y comerciantes esperaban, por lo cual aumentaban sus precios para protegerse de los probables incrementos que ellos mismos esperaban. Si dichos aumentos no se daban de todos modos ya habían incrementado sus precios y la inflación se elevaba mucho.
Con más inflación, el Estado no alcanza a cubrir su gasto, razón por la cual aumenta la cantidad de dinero en circulación y la emisión de títulos de valor (Cetes, Bondes, Ajustabonos, Udibonos, etc.), por lo que el presupuesto se vuelve inflacionario, ya que aumentan los precios y los salarios, sin que exista mayor producción. Es decir, los aumentos del circulante y del gasto no están respaldados con producción.
Explica las causas externas de la inflación:
Importaciones
Durante mucho tiempo, nuestro país ha tenido la necesidad de comprar produc­tos extranjeros, en especial estadounidenses. Cuando el precio de estos produc­tos es elevado y en algunos casos mayor que los precios internos, entonces se provoca inflación y al fenómeno se le llama importación de la inflación.
Un ejemplo de importaciones inflacionarias es el de la compra de maíz de 1982 a 1986, en la que se pagó un precio más alto por la tonelada de maíz im­portado (de menor calidad que el nuestro) que el precio de garantía para el maíz producido en el país. En 1990 se importaron 450 mil toneladas de frijol también a un precio más elevado que el interno. Las importaciones de produc­tos agrícolas no se han detenido y continúan hasta la actualidad; muchas de ellas se hacen a precios más elevados que los locales.
_
Afluencia excesiva de capitales externos
Si la inflación es un desequilibrio entre la oferta monetaria y la producción, cuando penetran capitales externos en diferentes formas que no se traducen en mayor producción, entonces se produce inflación.
Se habla de afluencia excesiva de capitales externos en relación con las ne­cesidades de la producción. Todo capital extranjero (sea inversión, préstamos u otro) que no se destine a actividades productivas produce inflación, porque genera un aumento de circulante. Es el caso de la inversión extranjera en el mercado de valores.
En el sexenio de 1976 a 1982 hubo una afluencia excesiva de capitales por tres motivos:
         Incremento exagerado del endeudamiento externo.
         Aumento de las inversiones extranjeras.
         Entrada masiva de divisas por las exportaciones petroleras.
Muchos de estos capitales no se invirtieron productivamente, causando una inflación que todavía seguimos padeciendo.
¿Qué es el índice de precios?:
Lista o relación que muestra la evolución de los precios en relación con una fecha determinada. El índice de precios sirve para medir la inflación, ya que muestra el incremento de precios en un periodo determinado. Generalmente el índice de pre­cios refleja el incremento anual de los mismos (aunque se conoce mensualmente) sumando el incremento de cada uno de los 12 meses, para obtener el índice anual. Este indicador se puede hacer para una mercancía o para un conjunto de ellas, en una ciudad o en todo el país, por lo que existen diferentes índices de precios.
¿Cómo se mide la inflación?:
La forma utilizada para medir la inflación es la elaboración de índices de pre­cios.
¿Qué es el desarrollo estabilizador'?:
La inflación de hecho estuvo ausente y hubo creci­miento con estabilidad, de 1954 a 1970, en la que el incremento promedio anual de precios fue de 2.5%.
Describe el proceso inflacionario de 1970 a 1976:
1.             La inflación de hecho arranca en 1973, año en que el índice de precios llega
a 15.7%.
2.             En el periodo 1970-1988 el promedio anual de inflación se incrementa más
del doble en cada sexenio, ya que con Echeverría Álvarez dicho promedio
es de 14.2%, con López Portillo, de 35.7% y en el sexenio de De la Madrid
Hurtado, de 86.7%.
3.             En el sexenio de Salinas de Gortari el promedio anual de inflación fue de
15.9% y de 22.5% en la administración de Ernesto Zedillo.
4.      Con Vicente Fox la inflación disminuyó a 4.4% en promedio anual. El pri­mer año de Calderón (2007) arranca con una inflación de 3.76%.
5.             Los años con inflación más baja fueron 1971,1972, 1993, 1994 y de 2001 a
2007.
6.             Los años con inflación más elevada fueron 1982, 1986 y 1987, año en que
arrancó el PSE, aunque vuelve a repuntar en 1995.
7.             En los 37 años que van de 1971 a 2007, la inflación acumulada es de 1175.7%
con un promedio anual de 31.8%.
Haz un esbozo del proceso inflacionario de 1976 a 1982:
AÑO
INCREMENTO ANUAL
SEXENIO
1976
27.2
JOSE LOPEZ PORTILLO
1977
20.7
1978
16.2
1979
20.0
1980
29.8
1981
28.7
1982
98.8

Presenta el panorama del proceso inflacionario de 1982 a la fecha:
1982
98.8
MIGUEL DE LA MADRID HURTADO
1983
80.8
1984
59.2
1985
63.7
1986
105.7
1987
159.2
1988
51.7
1989
19.7
CARLOS SALINAS DE GORTARI
1990
29.9
1991
18.8
1992
11.9
1993
8.0
1994
7.0
1995
51.97
ERNESTO ZEDILLO PONCE DE LEON
1996
27.7
1997
15.7
1998
18.6
1999
12.32
2000
8.96
2001
4.4
VICENTE FOX QUESADA
2002
5.7
2003
3.98
2004
5.19
2005
3.33
2006
4.05
2007
3.76
FELIPE CALDERON HINOJOSA
2008*
4.0

Menciona algunos ejemplos de incremento de precios:
         La gasolina Nova costaba 2.80 pesos en 1981 y 125.00 en agosto de 1986,
con lo cual su precio aumentó 4 464% o 44.6 veces en tan sólo 4.5 años.
Hay que recordar que sólo en 1974 su precio era de 1.40 y pasó a 2.80 en
1981; es decir, en siete años aumenta 100%. En septiembre de 1990 el precio
de la gasolina Nova era de 590.00 pesos; es decir, de 1981 a 1990, 10 años,
sufre un incremento acumulado de 21 071.4%, es decir, sube 210.7 veces.
         Los artículos controlados como el azúcar, el pan, el aceite, el huevo, la car­ne y la leche tuvieron aumentos elevados promedio de 126.5% en 1982,
77.8% en 1983, 66% en 1984, 61.8% en 1985, 70% en 1986, 54.2% en 1987
y 62.2% en 1988. En 1989 y 1990 aun con los pactos, los precios de básicos
suben 16% en promedio en 1989 y alrededor de 2.5% para 1990.
         Los precios de los servicios públicos también se han elevado de manera ex­traordinaria. En 1986, según el Departamento del Distrito Federal, los de­rechos por servicio de agua aumentaron 113.5%; los servicios de salud del
DDF, 87%; los impuestos sobre adquisición de inmuebles, 98%; las tarifas
de energía eléctrica, 350% en promedio. A partir de agosto de 1986 se da
un aumento promedio de 800% en el transporte público (Metro, trolebús y
autobuses) del Distrito Federal. De 1987 a 1990 los precios de los servicios
públicos se siguieron incrementando, algunos en forma exagerada como el
impuesto predial, el transporte público y el agua.
. Con el retiro del subsidio a artículos de consumo popular como el pan, las tortillas y otros, los precios se han elevado sustancialmente, y algunos da­tos de precios anteriores parecen incluso muy lejanos; por ejemplo, recuér­dese algunos precios en diciembre de 1979: aceite comestible, 26.00 pesos; huevo, 22.00 el kg; pan blanco, 0.50; tortillas, 4.20; leche, 7.80; arroz, 12.00, y frijol, 17.00. Algunos precios de septiembre de 1990 son: aceite comesti­ble 2 500.00; huevo 2 900.00 el kg; pan blanco 80.00; tortillas 600.00 (en el DF); leche 1 200.00; arroz 3 000.00, y frijol 3 500.00.
     Haciendo la comparación de precios y el estudio por artículos seleccio­
nados, se advierte que los mayores aumentos de precios se han dado en el
sexenio de Miguel de la Madrid, por lo cual en diciembre de 1987 se instru­
mentó el Pacto de Solidaridad Económica (PSE). Aunque los incrementos
de precios no se han detenido hasta la fecha.
« El incremento de precios de 1993 a 2007 se muestra en la figura 7.4. Desta­ca el aumento del precio de la tortilla que en 14 años se elevó 1 133.3%; es decir, aumentó 11.3 veces su precio, aunque en algunos lugares del país, se vende más cara.
Explica los principales efectos o consecuencias del proceso inflacionario:
Pérdida del poder adquisitivo
La inflación representa la manifestación más evidente de la lucha de clases en la sociedad, la cual provoca cambios en la distribución del ingreso que benefi­cian a los sectores económicamente poderosos y perjudican a los sectores más débiles. Hay que recordar que:
Los precios constituyen un mecanismo empleado en economías de mercado para distribuir los recursos entre los distintos grupos sociales.
Inversión insuficiente
En los últimos años la inversión privada se ha canalizado preferentemente a la producción de artículos suntuarios para la gente de elevados ingresos y a la especulación, como compra de dólares, de centenarios y de terrenos, o incluso a la colocación de capitales en el extranjero.
Este estado de cosas se debe en buena medida a la propia inflación, que ge­nera inseguridad en la obtención de ganancias, sobre todo en el mediano y largo plazos, aunque la propia falta de inversiones productivas genera más inflación.
En tanto que las necesidades de la creciente población mexicana aumentan de manera sensible, la inversión productiva se detiene o no crece al nivel desea­do. El problema de las ganancias entonces no es su bajo nivel, sino el hecho de que no existe reinversión o ésta es mínima.
La formación bruta de capital ha descendido, ya que en 1970 representaba 20% del PIB y hacia 1985 sólo 14% aproximadamente, con una notable dismi­nución de la inversión privada.
Ante esta situación, el Estado se ha visto obligado a incrementar su inver­sión para tratar de satisfacer las necesidades de la población aumentando el gasto público, que no se ve respaldado por ingresos suficientes. Esto ocasiona el déficit público, el cual se cubre en forma inflacionaria porque el Estado sigue recurriendo en forma creciente al endeudamiento externo y al incremento de la emisión monetaria.
En los últimos años del sexenio de Miguel de la Madrid y en el de Carlos Salinas, la inversión pública disminuyó en forma notable; así, la inversión pri­vada incrementó su participación en el total, pero no por reinversiones, sino por la caída de la inversión estatal. Según análisis del INEGI y datos del Banco de México, la inversión privada nacional, en términos reales, se mantuvo es­tancada durante el periodo 1982-1990.
En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), la formación bruta de capital que representa la inversión participó con un promedio anual de 14.1% respecto del PIB y disminuyó a 12.5% en el de Ernesto Zedillo (1994-2000). En el sexenio de Vicente Fox (2001-2006), la inversión permaneció muy baja y representó 13% del PIB, en el primer año de Felipe Calderón (2007) la inversión representó 13.3 % del PIB.
Incluso en lugar de invertir en el país, muchos empresarios tienen coloca­do su capital en el extranjero.
Encarecimiento
Al aumentar las inversiones especulativas se genera un encarecimiento de artículos de primera necesidad. Muchos de ellos desaparecen del mercado durante ciertos periodos; otros incrementan sus precios en forma sustancial. Este encarecimiento y ocultamiento se refuerza con las "compras de pánico" que realiza mucha gente por el temor de que aumente el precio de los pro­ductos.
Elevación de ganancias
Debido a la estructura monopolística de la producción y el comercio, reforzada por la inflación, las ganancias de las empresas poderosas se elevan considera­blemente. Los grandes grupos financieros, industriales y comerciales son los beneficiarios de la inflación.
Reducción de ahorros
Los ahorros se reducen en términos reales debido a la depreciación del peso por efectos de la inflación. Muchas veces la tasa de interés bancaria que se paga a los ahorradores es inferior a la tasa inflacionaria, por lo cual hay pér­didas del poder adquisitivo; es decir, resulta improductivo mantener cuentas bancarias y de cheques que tienen un rendimiento menor o similar al monto de la inflación. Entre 2001 y 2008, los intereses pagados a los ahorradores estuvieron por debajo del índice Nacional de Precios al Consumidor.
¿Qué es la política antiinflacionaria'?:
La política antiinflacionaria es el conjunto de acciones, medidas e instru­mentos que aplica el Estado con el fin de frenar o controlar la inflación, y puede abarcar diversos ámbitos como el fiscal, el financiero, el productivo, el mone­tario, el salarial, etcétera.
Explica el Pacto de Solidaridad Económica y el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento
Económico (PECE):
Que empezó él lo. De diciembre de 1988 y en su sexta fase llevó el nombre de Pacto para la Estabilidad, la Competitividad y el Empleo, que se firmó el 3 de octubre de 1993.
Estos pactos se establecieron como programas de estabilización cuyo ob­jetivo principal consistió en eliminar el círculo vicioso de la inflación, el cual contiene elementos inerciales y estructurales. La inflación inercial tiene su cau­sa en las expectativas de los diversos actores económicos, lo cual provoca que el ritmo inflacionario aumente con base en dichas expectativas. La inflación estructural resulta del propio funcionamiento del sistema económico.
. El PECE también logró reducir la inflación a sólo 19.7% en 1989, a 11.9% en 1992, a 8% en 1993 y a 7% en 1994, aunque se alargó mucho, pues en un principio se pensó que era un "programa de transición" con el objeto de estabilizar la economía nacional y, por lo tanto, debía ser de corto plazo.
Enuncia los principales problemas de la mano de obra en el país:
Los problemas del desempleo y subempleo se agravaron por el rápido cre­cimiento de la población, al mismo tiempo que se generaron otros, como:
         Falta de preparación y capacitación de obreros y empleados.
         Necesidad de cuadros técnicos en las industrias.
         Sobrepoblación relativa del campo.
         Emigración a las ciudades.
         Bracerismo.
Explica cómo se divide la población total del país para entender a la población económica­
mente activa, la inactiva, los desempleados, los subempleados, etcétera:
La población total del país, integrada por hombres y mujeres, se puede dividir de acuerdo con su edad en:
       Población en edad de trabajar, integrada por todas las perso­nas de más de 12 años y de menos de 65. En México, se aplica
este criterio de edades porque se supone que después de la
educación primaria los niños ya se pueden integrar al merca­do de trabajo; asimismo, de acuerdo con la ley, un trabajador
se jubila a los 65 años.
       Población sin edad de trabajar, que comprende a todos los me­nores de 12 años y mayores de 65.
Define los diferentes tipos de población que se tratan en la unidad:
         Población económicamente activa (PEA), también llamada potencialmente
productiva, que comprende a la población que trabaja, es decir, que tiene
una ocupación remunerada. Incluye a las personas que realizan activida­
des lucrativas y a las que no reciben remuneración por su actividad.
         Población económicamente inactiva (PEÍ), integrada por todas las personas
mayores de 12 años y menores de 65 que se encuentran desocupadas en la
semana anterior al censo; está formada principalmente por estudiantes,
amas de casa e incapacitados físicos.
La población económicamente activa se puede dividir en tres grupos;
         La población activa es la que tiene una ocupación remunerada en el mo­mento del censo; es decir, recibe un pago por su trabajo, y también se le
conoce como población ocupada.
         La población desempleada es aquella que, estando en posibilidades y
con capacidad de trabajar, no realiza ninguna ocupación remunerada.
Se trata de un desempleo involuntario, porque los individuos sí desean
trabajar, pero no encuentran dónde. También se le llama desocupación
abierta.
La población subempleada está constituida por personas que tienen bajos
niveles de ocupación, que están semiocupadas, que no desarrollan sus po­tenciales de fuerza de trabajo de acuerdo con sus capacidades.
Menciona las principales causas de la desocupación y subocupación en México:
1.              El sistema económico mexicano ha sido incapaz de proporcionar ocupa­ción remunerada a todos los que la solicitan, lo cual se debe, entre otras
causas, al excesivo proteccionismo del Estado hacia la industria y al des­
cuido de las actividades agropecuarias. Esta última causa es crónica y se ha
ido agravando debido a que la industria se muestra cada vez más incapaz
de proporcionar trabajo a los nuevos demandantes, mientras siguen emi­
grando muchos campesinos a las ciudades. Aunque en los últimos años el
proteccionismo ha disminuido, la industria no ha incrementado en forma
sustancial el número de empleos.
2.      Entre las causas crónicas del desempleo se encuentra también la deficiente
estructura del mercado interno, ya que la demanda interna está orientada a
sectores de altos ingresos; por ello no es fácil incrementar la producción de
artículos populares y menos aún abrir nuevas fuentes de trabajo, lo que a la
larga se convierte en un círculo vicioso. En los últimos años la producción
está orientada al mercado externo, con tecnologías ahorradoras de mano
de obra, lo cual exacerba el problema.
3.      Las inversiones extranjeras descapitalizan al país; esto provoca que inter­namente no se incrementen las inversiones productivas que podrían gene­rar nuevos empleos. Muchas nuevas inversiones extranjeras se canalizan al mercado de valores y no generan empleos.
4.      Las utilidades derivadas de las inversiones no se canalizan a nuevas inversio­nes, sino que se aplican a gastos suntuarios, se atesoran o van a parar a ban­cos extranjeros ante el "temor de las devaluaciones". La salida de capitales de mexicanos hacia el extranjero en los últimos años ha sido muy alta.
Menciona las principales causas de la desocupación y subocupación en México:
La PEA se duplicó de 1960 a 1980 (datos de los censos), ya que pasó de 11 mi­llones a más de 22, siguiendo el mismo ritmo de crecimiento de la población total. Hacia 1990 la PEA había aumentado a 23 403 000 mexicanos.
2.   La PEA del sector agropecuario ha disminuido su participación en la PEA
total, ya que en 1940, 65.39% de la población ocupada laboraba en el sector;
en 1960 dicha participación se redujo a 54.1% y bajó aún más en 1980, en
que sólo representó 25.8%; en 1990 sólo participó con 22.6%.
3.   La PEA del sector industrial ha incrementado su participación en la PEA
total, al pasar de 12.73% en 1940 a 19.0% en 1960 y a 20.2% en 1980, man­teniéndose estancada, ya que en 1990 representó 27.9%.
4.   En cuanto a la participación de la PEA en el sector servicios, también ha
ido en aumento, ya que de 19% respecto de la PEA total en 1940, pasó a
23.8% en 1980, aunque en este último año el censo registró una población
de 6 552 037 personas que desempeñaban actividades insuficientemente
especificadas y que representaron 29.8% de la PEA total; es muy probable
que esta población se localizara en el sector servicios con actividades de
subempleo y baja retribución económica. En 1990, el sector servicios ab­
sorbió 49.5 dé la PEA total.
5.        Entre 1970 y 1980 la población ocupada en la industria de transformación
disminuyó su participación en la PEA total, al pasar de 16.7 a 11.7% en el
periodo, manteniendo dicha proporción en 1990.
6.   La PEA de la industria de la construcción aumentó su participación en la
PEA total entre 1970 y 1980, al pasar de 4.4 a 5.9%. Aunque siguió aumen­tando su participación en 1990, en esta rama se encuentran graves proble­mas de desempleo y subempleo.
7.        Si al sector servicios, excluidos el comercio y el transporte, le agregamos la po­blación con actividades no especificadas, entonces su participación en la PEA
total aumentó de 25.5% en 1970 hasta 42.7% en 1980, y a 49.5% en 1990.
8.   Hacia 1998, uno de cada tres mexicanos formaba parte de la PEA total; es de­
cir, cada uno tenía que mantener en promedio a tres personas, aunque no hay
que olvidar que en la PEA se encuentran los desempleados y subempleados.
9.        La PEA que labora en el sector público incrementó su participación respec­to de la PEA total, al pasar de 14% en 1975 a 17% en 1980 y a 20% en 1986,
disminuyendo a 19% en 1990.

10.      En 1995, la PEA era de 35 605 390 personas, que representaban 39.0% de la
población total del país y 54.9% de la población mayor de 12 años.
11.      En 1995, la PEA del sector agropecuario fue de 8 Olí 213 personas, que
representaron 22.5% de la PEA total. En el sector industrial laboraban
8 687 715 personas, es decir, 24.4% de la PEA total. En el sector servicios
trabajaban 18 906 462 personas, o sea 53.1% de la PEA total.
12.  La PEA aumentó en 1996 a 36 580 746 personas y a 39 793 618, según datos
de la Conapo.
13.  La PEA aumentó en 16 389 218 personas de 1990 a 1997, lo que representó
un incremento de 70%, es decir, 10% en promedio anual.

Enuncia los principales datos estadísticos acerca de los problemas de la mano de obra:
1. De la PEA total, la población realmente ocupada ha ido disminuyendo su participación de 1960 a la fecha, con una fluctuación de entre 60 y 40%, lo cual quiere decir que la subocupación y desocupación también fluctúa en­tre 40 y 60%, o ea 14 millones (53.8%), muchos de los cuales forman parte de la economía subterránea.
2.
La subocupación afecta más a la población rural, ya que en el campo 60% de las personas están subempleadas; en la industria sólo 10% y en los ser­vicios, 30%.
3.
En 1970, según Saúl Trejo, 48.6% de la fuerza de trabajo del país estaba des­ocupada o subocupada; en números absolutos, representaba 6.3 millones de personas.26 Hacia 1990 la población desocupada y subocupada era de 14 millones.
4.
Según Wharton, que es una empresa asesora en aspectos macroeconómicos, la desocupación abierta pasó de 8% en 1982 a 17.1% en 1984, con una subocupación cercana a 50% de la PEA.27
5.
6.
7.
Estos márgenes se han mantenido hasta 1990, por lo que más de 50% de la PEA tiene problemas de desocupación o subocupación. En 1970 se necesitaba crear 600 000 nuevos empleos permanentes anuales para absorber a los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo; en 1980 dicha cifra creció a 800 000 y en 1986, un millón de jóvenes se inte­graron al mercado laboral. Es evidente que el sistema económico mexica­no ha sido incapaz de absorber esta creciente población. Según los datos oficiales, en el periodo de 1982-1988, debido a la crisis, sólo se crearon 800 000 nuevos empleos permanentes, por lo cual el déficit se mantuvo. El desempleo en el periodo de José López Portillo (1976-1982) fluctuó alre­dedor de 8% en promedio anual.
Durante el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) el desempleo os­ciló en alrededor de 15% promedio anual, lo que ocasionó que se incre­mentara el subempleo con actividades de subsistencia (economía subterrá­nea) que han proliferado en la ciudad.
9. En el periodo 1982-1988 se despidió en el país a más de 200 mil trabajado­res, lo que agravó los problemas.
10.       En las grandes ciudades como el Distrito Federal, Guadalajara y Monte­
rrey, el desempleo y subempleo han aumentado notablemente, afectando
incluso a profesionales, como médicos, maestros y licenciados en diversas
disciplinas. Este problema afecta a 33% de egresados de las universidades,
lo cual quiere decir que uno de cada tres nuevos profesionales no tendrá
trabajo después de haber dedicado en promedio 17 años a los estudios.
11.       Otro problema grave es el de los niños trabajadores, que abundan, sobre
todo en ciudades como la de México, Guadalajara, Toluca y Monterrey.
Hacia 1993 se calculaba que había trabajando cuatro millones de menores
de 16 años.
12.       En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, con la venta de empresas esta­
tales, se despidi
ó a miles de empleados y trabajadores, lo cual incrementó
el desempleo, el subempleo y la economía subterránea (informal).
13.       En los tres primeros años del sexenio de Ernesto Zedillo, la desocupación
abierta pasó de 3.2% de la PEA en 1995, a 3.8% en 1997, año en que afectó
a 1 512 120 personas.
14.       Se calculó una subocupación de 21.6% de la PEA, en 1997 fue de 39 792 618
personas, por lo que este problema afectó a 8 595 205 personas.
15.       En 1997 la desocupación y subocupación afectó a 10 107 325 personas, que
representaron 25.4% de la PEA; es decir, 'la cuarta parte de la población
económicamente activa tuvo problemas de desempleo.
16.       En el periodo de 1994 a 1998 la economía informal, y en especial al ambu-
lantaje, crecieron de manera extraordinaria, ya que es en ese ámbito donde
encuentran ingresos los subocupados.
17.       Entre 2000 y 2005, más de 5.5 millones de personas ingresaron en el sector
informal ante la insuficiente oferta de plazas laborales formales y la caída
abrupta tanto de los salarios como de las prestaciones.
18.  México necesita crecer a tasas superiores a 6% anual durante la próxima
década, sólo para dar empleo a los jóvenes que se incorporarán al mercado
laboral; sin embargo, no se ha contado con suficientes inversiones, lo que
agravará la situación de un país en el que sólo uno de cada tres habitantes
contribuye efectivamente a la generación de riqueza, proporción que en las
naciones desarrolladas es de dos de cada tres.
De acuerdo con un análisis del Centro de Estudios del Sector Privado (CEESP), has­ta el año pasado la población en edad potencialmente productiva (de 15 a 64 años) equivalía a 61% del total de mexicanos y para 2010 esta proporción llegará a 67%.30
19.      La misma fuente señala que en el año 2000 la población ocupada en el sec­tor informal ascendió a 16 millones 351 mil mexicanos, lo que representó
48.4% de la población ocupada.
20.  La PEA aumentó de 35 445 000 habitantes en 2000 a 41 839 900 en 2005; es
decir, tuvo un incremento de 18% en cinco años.
21.      En 2008 se calcula una PEA de 46 millones de personas.
22.  El desempleo abierto afectó a 1 573 012 personas en promedio en 2006 y a
más de 1 810 161 en 2007. Esto significa que el desempleo aumentó en un
año 15%. El desempleo abierto afectó a 4.1% de la PEA en 2007.
23.      En el periodo 2001-2006 creció el empleo en actividades informales. Se
calcula que más de 20 millones de personas laboran en la informalidad.
Existe un déficit de más de cinco millones de empleos formales, lo que pro­vocó la salida de cerca de dos millones de migrantes del país hacia Estados
Unidos en el periodo señalado, en busca de empleo y de mejores condicio­nes de vida.
¿Qué es la política laboral y salarial?:
La política laboral y salarial es el conjunto de medidas, acciones e instrumentos de que se sirve el Estado con el fin de proteger el empleo y el salario de los tra­bajadores. Mediante estas políticas es posible resolver los problemas de la mano de obra del país y, por lo tanto, impulsar el desarrollo socioeconómico.
Menciona las características principales de la política laboral y salarial seguida de 1970 a la FECHA:
Luis Echeverría Álvarez (1970-1976)
Las principales características de la política laboral y salarial de 1970 a 1976 fueron las siguientes:
        Se reformó la legislación laboral para que los salarios mínimos se fijen
cada año.
        Quedó tipificado como delito federal el incumplimiento del pago de sala­rios mínimos.
        Se creó el Comité Nacional Mixto de Protección al Salario Mínimo.
        Se creó el Fondo Nacional de Fomento y Garantía al Consumo de los Tra­bajadores (Fonacot), con el objeto de que éstos tuvieran acceso a los bienes
de consumo duradero.
t     Entró en funciones el Instituto Nacional de Fomento a la Vivienda de los Trabajadores para tratar de solucionar sus problemas de vivienda.
        Surgieron otros organismos para apoyar a los trabajadores, como el Consejo
Nacional para Promover la Cultura y la Recreación de los Trabajadores.
        Se creó el Fondo de la Vivienda para los Trabajadores al Servicio del Estado.
        Se fijó en 8% el reparto de utilidades.
        En el Artículo 123 constitucional se estipula que el salario mínimo debe
ser remunerador, suficiente y justo.
        Los salarios mínimos generales se elevaron de 27.93 pesos diarios en 1970
a 82.74 pesos en 1976; hubo varios incrementos salariales de emergencia,
pero como el índice inflacionario fue superior al incremento salarial, el
salario perdió poder adquisitivo.
        Las autoridades laborales reconocieron que el problema de la desocupa­
ción afectó a 8% de la PEA y la subocupación a 25%, problemas que no se
resolvieron en el sexenio.
José López Portillo (1976-1982)
         El salario mínimo promedio pasó de 82.74 pesos diarios en 1976 a 318.28
en 1982, con un incremento promedio anual de 20.5%, inferior al aumento
de precios, por lo que la pérdida del poder adquisitivo durante el sexenio
fue de aproximadamente 35 por ciento.
         Se fortaleció el funcionamiento del Fonacot.
         El Banco Obrero pasó a manos de la Confederación de Trabajadores de
México (CTM), que lo administraría y controlaría.
         Se establecieron tiendas sindicales y se promovió la formación de socieda­
des cooperativas de consumo, aunque con poco éxito.
         De hecho, la política laboral y salarial del sexenio siguió los lineamientos
dictados por el FMI, los cuales señalaban topes salariales, que representaron
un verdadero freno al salario real, por lo que éste se deterioró aún más.
         Se reconoció una desocupación abierta de 8% y una subocupación de 50%
de la fuerza de trabajo.
         El resultado de la política laboral y salarial de 1976 a 1982 fue un mayor
deterioro del salario real, lo cual obligó a trabajar a la esposa y a los hijos,
al mismo tiempo que crecían el desempleo, el subempleo y la economía
subterránea.
4- Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988)
         El salario mínimo promedio pasó de 318.28 pesos en 1982 a 7 252.92 en
1988, es decir, se elevó 2 278.8%, con un incremento promedio anual de
73.75%, inferior al promedio anual de la inflación, que fue de 86.7%, lo que
ocasionó pérdida del poder adquisitivo del salario.
         Se siguieron aplicando las medidas dictadas por el FMI, por lo que per­sistieron los topes salariales, agravados por la política de austeridad que
se tradujo en recortes presupuestarios, cierre de empresas, venta de orga­nismos estatales, despido de trabajadores, nulas posibilidades de contrata­ción, etcétera.
         Las zonas salariales se redujeron a tres áreas geográficas con 86 profesio­nes identificadas.
         Se instrumentaron varios programas estatales de protección al salario y
al consumo obrero que no dieron los resultados esperados, aun cuando el
presupuesto asignado para ellos fue de varios billones de pesos.
         La participación de los salarios en el PIB continuó deteriorándose, y pasó
de 32% en 1982 a cerca de 25% en 1988.
         La canasta básica de una familia obrera representó, en 1982, según el Con­greso del Trabajo, 46.5% de su salario; en 1988, dicha canasta se cubría con
cerca de 80% del salario.
La política laboral y salarial del sexenio de Miguel de la Madrid no lo­gró resolver los graves problemas de empleo del país; el desempleo abierto afectó a 14% de la PEA (más de tres millones de personas) y la subocupación a 50% (más de 10 millones de personas).
     Esta política fortaleció el papel de los especuladores, los cuales aumentaron
de manera considerable sus ganancias, en tanto que se deterioraba el nivel de
vida de los trabajadores, que no veían salida a sus problemas económicos.
Carlos Salinas de Cortad (1988-1994)
         En este sexenio se instrumentó el Pacto para la Estabilidad y el Crecimien­to Económico (PECE), que hacia fines de 1993 llevaba ocho fases y se lla­maba Pacto para la Estabilidad, la Competitividad y el Empleo, una de
cuyas características principales fue el control de precios.
         De 1988 a 1993 (seis años de vigencia del Pacto), el salario mínimo acu­muló una pérdida de 32%, debido a que los incrementos salariales fueron
menores que la inflación.
         De 1988 a 1992 los salarios aumentaron su participación en el PIB al pasar
de 25.9% a 27.5%.
         Se introdujeron incentivos y bonos a la productividad.
         La política laboral y salarial de Carlos Salinas de Gortari no logró detener
la caída del salario, la desocupación y subocupación siguió en aumento y la
economía informal se incrementó en forma notable.
+ Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000)
         Se reconoció un desempleo abierto de 3.9% en promedio anual durante el
sexenio. Los años críticos fueron 1995 y 1996, en los que el desempleo llegó
a 6.2 y 5.5%, respectivamente.
         El salario mínimo general pasó de 13.97 pesos en diciembre de 1994 a
35.12 pesos en diciembre de 2000; es decir, se incrementó en seis años
151.4%.
         El incremento promedio anual de los salarios mínimos durante el sexenio
fue de 17.5%, en tanto que la inflación creció 22.5% en promedio anual, por
lo cual hubo una disminución del salario real.
         Durante el sexenio no se crearon suficientes empleos, aunque la PEA cre­ció en más de cinco millones de personas. Sólo se generaron alrededor de
dos millones de empleos, por lo cual hubo un déficit de cerca de tres millo­nes de plazas.
         La subocupación se situó en alrededor de 25% de la PEA.
         De acuerdo con un análisis del Senado de la República, el salario mínimo
general del país durante el sexenio tuvo una pérdida de cerca de 50%.
     Se reconoció la necesidad de revisar y analizar la Ley Federal del Trabajo,
con el objeto de flexibilizarla y adecuarla a las nuevas condiciones de la
globalización y del desarrollo del país. Sin embargo, sólo se plantearon
cambios que no se aprobaron en las Cámaras.
Vicente Fox Quesada (2000-2006)
Pretendió desarrollar una nueva cultura laboral y empresarial que flexibilizara el empleo y permitiera la inserción de México en el proceso globalizador.
Aunque se contuvo la inflación, los salarios nominales crecieron menos que la inflación, lo que provocó la disminución del salario real. No se cumplieron las promesas de campaña de crear más de un millón de empleos anuales; el desempleo abierto creció en forma acelerada y la mi­gración de mexicanos a Estados Unidos también se incrementó. El saldo del sexenio fue un déficit de más de cinco millones de empleos. En el sexenio se crearon pocos empleos, mal remunerados, de baja calidad y muchos de ellos eventuales.
El empleo informal creció en forma acelerada, lo mismo que el autoem-pleo.
México ha sido uno de los países con más bajo nivel salarial, situación que se agudizó en este sexenio, en que se incrementó el deterioro sala­rial.
Datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI establecen que de una población ocupada de 42.3 millones (en la economía formal e informal), en 2006 no recibieron ingresos por su trabajo 3.2 mi­llones de ocupados.
Perciben menos de un salario mínimo 5.8 millones de personas, ganan de uno a dos minisalarios 9 millones de personas y reciben de dos a tres salarios mínimos 9.4 millones de personas. Lo que sumados da un total de 27.9 millones de ocupa­dos que reciben hasta tres salarios mínimos o no reciben ingresos por su trabajo, es decir 66% de la población ocupada.31
Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012)
Se llama a sí mismo el presidente del empleo.
Puso en operación el Programa para la Generación del Primer Empleo, que promueve la contratación de jóvenes recién egresados de carreras técnicas o universitarias para ocupar un empleo formal y permanente, con presta­ciones y seguridad social por un plazo de 10 a 21 meses. El salario mínimo para 2008 es de $52.59 en la zona A, de $50.96 en la zona B y de $49.50 en la zona C.

¿Qué son los sindicatos y cuál es su función?:
Los sindicatos son agrupaciones de obreros para la defensa de sus intereses; nacen a fines del siglo XVII con la Revolución Industrial y su ob­jetivo es luchar para mejorar el nivel de vida de los asalariados.
¿Cuáles son los principales sindicatos del país?:
     Confederación de Trabajadores de México (CTM).
«    Confederación Nacional Campesina (CNC).
        Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
        Sindicato de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SSRE).
»     Los sindicatos de trabajadores del Estado se agrupan en la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE).
¿Qué son las agrupaciones patronales?:
Surgieron y se desarrollaron las grandes centrales obre­ras y campesinas, se organizaron las agrupaciones empresariales, reconocidas por el Estado, que tienen como objetivo defender los intereses de los empresa­rios y lo hacen con mayor eficiencia para su poderío económico. Esto les per­mite actuar como auténtico grupo de presión para que el Estado siga políticas que los beneficien.
Enuncia las principales agrupaciones patronales del país:
        La Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (Concanaco),
que agrupa a 260 cámaras con una afiliación de más de 500 000 comer­ciantes.
        La Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), con 90 asociacio­nes y cámaras con más de 125 000 empresarios industriales afiliados. En­tre las cámaras se encuentra la Cámara Nacional de la Industria de Trans­formación (Canacintra), con más de 75 000 industriales.
        La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), con 51
centros y más de 18 000 afiliados.
        La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), con 59 afi­
liados.
        El Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN), con 40 afilia­
dos.
        La Asociación Mexicana de Casas de Bolsa (AMCB), con 25 afiliados.
        El Consejo Nacional Agropecuario (CNA).
Además del Consejo Coordinador Empresarial se encuentran otras agru­paciones patronales, entre las que destacan:
        La Cámara Americana de Comercio (Carneo), que agrupa más de 2 775
empresas afiliadas, casi todas transnacionales estadounidenses.
        La Confederación Nacional de Pequeños Propietarios (CNPP), que cuenta
con 32 federaciones estatales, 37 uniones regionales y más de 56 000 pro­
pietarios rurales.
La Confederación Nacional Ganadera (CNG), que cuenta con 43 uniones
regionales y más de 300 000 afiliados.
Menciona las posibles soluciones al problema del desempleo y subempleo en el país:
     El Estado debe impulsar en todas las formas posibles a las pequeñas y media­nas empresas, de tal forma que aumente su capital e inversiones, y se creen nue­vas fuentes de trabajo. De esta forma, se ayudaría a las empresas más eficientes,
considerando la producción, la productividad y la generación de empleos.
     Mejorar la distribución del ingreso personal y regional mediante la creación
de nuevos polos de desarrollo en zonas atrasadas y marginadas de la Repúbli­ca, lo que permitirá incrementar la producción mediante técnicas que hagan
posible absorber un porcentaje importante de mano de obra, lo cual a su vez
fortalecería el mercado interno y toda la dinámica económica, en beneficio de
la sociedad.
     El Estado debe apoyar preferentemente a los sectores productivos: agropecua­rios e industriales, y especialmente al primero, con el objeto de impulsar la
producción y la generación de empleos, evitando la emigración de campesinos
a las ciudades.
     El sistema educativo se debe transformar radicalmente, de tal suerte que esté
acorde con las necesidades cuantitativas y cualitativas del sistema económico
nacional, que ayude a beneficiar a las organizaciones sociales y a los propios
individuos para su completo desarrollo.
     El Estado debe manejar todo lo referente al empleo: información, estadísticas,
bolsa de trabajo, seguro de desempleo, etc., en forma eficiente y oportuna.
     Se debe impulsar el mercado interno mediante una mejor distribución del in­greso, que permitirá incrementar la demanda, la producción y, por lo tanto, el
empleo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario